viernes, 3 de enero de 2014

Drogas psicodélicas para prepararte para la singularidad tecnológica.



Drogas psicodélicas pueden mejorar la salud mental



Al Dr. Timothy Leary, máximo gurú psicodélico de los años 60 del pasado siglo y fallecido en 1996, le hubiera encantado enterarse de que Teri S. Krebs, investigadora del Departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad Noruega de Ciencias y Tecnología, acaba de publicar en el portal de la Biblioteca Pública de Ciencias (www.plosone.org) un riguroso estudio estadístico donde demuestra que el uso repetido, a lo largo del tiempo, de mescalina (peyote), psilocibina (hongos) y LSD (dietilamida de ácido lisérgico) no representa un factor de riesgo independiente para la salud mental de la población, al menos la estadounidense.
Esta conclusión deriva de una revisión sistematizada de la Encuesta Nacional sobre Uso de Drogas y Salud (2001-2004), con una muestra representativa entre gente adulta (130,152 personas seleccionadas al azar) en la que se investigó la posible relación entre diversos problemas psicológicos y/o trastornos psiquiátricos y el consumo reiterado de drogas con efectos psicodislépticos.
Lo curioso es que cuando Leary viajó un húmedo agosto de 1960 a la ciudad de Cuernavaca para probar los hongos alucinógenos mazatecos, él ya era responsable del Proyecto Psilocibina de la Universidad de Harvard, donde realizaba experimentación psicológica.
En aquel entonces, las leyes no prohibían el uso de drogas psicodélicas. Sin embargo, dos años después, el proyecto fue abruptamente cancelado, debido a que algunos maestros de la propia universidad expresaron sus dudas sobre la “legitimidad y seguridad” de dichos experimentos.
Tiempo después, Timothy Leary comentó en una entrevista que durante aquel viaje a México había aprendido más acerca de su cerebro y sus posibilidades, así como de psicología en general, en tan sólo cinco horas -después de comer hongos- que en los 15 años previos en los que estuvo estudiando e investigando arduamente.
Su empecinamiento por demostrar que la experiencia con sustancias naturales y sintéticas psicodélicas, lejos de causar síntomas psiquiátricos, es una vía idónea para inducir estados alterados de consciencia que facilitan la introspección desautomatizada de nuestras vidas lo llevó muchas veces a la cárcel. No obstante, nunca dejó de consumir él mismo drogas psicodélicas y tampoco se arredró en recomendar a los demás para que usaran peyote, LSD, marihuana, ayahuasca, hongos y algunos otros alucinógenos con fines terapéuticos y preventivos en salud mental.
Hoy día, la noruega Teri Krebs nos recuerda con su estudio al mundo entero que las drogas psicodélicas, que tienen afinidad por los receptores del neurotransmisor serotonina en las células nerviosas, no generan violencia, ni conductas peligrosas hacia el suicidio.
De hecho, son extremadamente raras las muertes accidentales de personas bajo sus efectos.
Además, la psilocibina y el LSD son mucho menos dañinos que el alcohol y el tabaco. Sin embargo, estas últimas seguirán siendo legales y socialmente aceptadas, ya que no escandalizan la moral de las autoridades sanitarias que prefieren no confrontarse con el poderío económico de sus industrias.